sábado, 17 de septiembre de 2011

¿Sociedad de todas las edades?

Ovidio, el poeta latino escribía: «En un tiempo, había una gran reverencia por la cabeza canosa». Y el poeta griego Focílides amonestaba: «Respeta el cabello blanco: Ten con el anciano sabio la misma consideración que tienes con tu padre».

En la actualidad, la belleza y la juventud se han convertido en el dios, en el todo de la existencia de la humanidad. Debido a la idealización de estos dos atributos físicos; hoy, se considera anciano e inútil a quien haya cumplido cuarenta años. Cada día la ciencia avanza en todos los campos, especialmente en el de la salud, permitiendo que los grandes progresos den a los seres humanos condiciones óptimas de energías para ser más productivos y útiles no sólo en la madurez sino también en la tercera y cuarta edad. Es una forma de evitar que las personas mayores se conviertan en una carga para la familia y la sociedad. La ciencia ha descubierto que preservando la salud con diferentes métodos como el ejercicio, y una buena nutrición, se puede tener una vida útil, larga y plena.

Pero las dificultades de empleo, educación, ambiente y muchas más, impiden que la mayoría de las personas gocen de nutrición y bienestar que les permitan llevar vidas dignas, productivas, sanas y provechosas para ellos y sus allegados. Riquezas mal repartidas, gobernantes que para sostenerse en el poder esclavizan a sus gobernados, guerras inventadas que sólo dejan muertes y hambrunas, pero que intimidan a los pueblos. Lo decía Aristóteles, lo justo será lo que es conforme a la ley y a la igualdad; y lo injusto será lo ilegal y lo desigual.

Pero también existen otras dificultades, trabas e inconvenientes, que encuentran en Colombia los que habiendo cumplido los cuarenta años no pueden conseguir un empleo ni en la empresa privada ni en el sector público. Son miles los colombianos que poseyendo títulos que los acreditan para desempeñar con idoneidad altos cargos, se ven abocados a aceptar empleos que no están en concordancia con sus conocimientos, debido a los bajos salarios que los limitan ostensiblemente para tener una vida decorosa que compense los sacrificios de tiempo y económicos que han hecho durante su vida.

Este fenómeno discriminatorio ha hecho carrera en nuestro país contra quienes han llegado a esta edad y que no cuentan con la imagen satinada de una persona eternamente bella y joven. Quienes tienen cuarenta años, o han llegado al quinto piso como suelen decir despectivamente, son infravalorados, ya que para muchos empleadores tanto del sector privado como público, a dicha edad ya están “discapacitados” para desempeñar cualquier cargo, por no ajustarse a los estándares de belleza y juventud fijados.

Pero si es difícil conseguir un empleo a un hombre que no goza de los atractivos físicos impuestos por los actuales cánones, con mayor razón lo es para la mujer que carece de senos turgentes, largas piernas, rostro incitante y labios carnosos, así su cerebro sea un mar de conocimientos. Para ellas, edad y belleza son sinónimas. Antes de constatar sus capacidades intelectuales, la mujer debe pasar por el examen físico del ojo morboso del entrevistador, quien muy acucioso tendrá en cuenta que no traspase la barrera de los 25 años. Una mujer que osa buscar un empleo rebasando esta edad, será descalificada inmediatamente así demuestre su idoneidad para ejercer el cargo que pretende.

¿Y qué decir de la discriminación racial en una Colombia donde predomina el mestizaje? El sector público y el privado hacen gala de la discriminación racial sin que existan acciones que eviten tan infames atropellos, o si existen normas o leyes estas se esquivan con las marrullas acostumbradas por las autoridades. Las puertas de los lugares de esparcimiento, de trabajo, de educación son casi siempre cerradas para quienes pertenecen a una raza distinta a la mal llamada blanca, en un país de mestizos, zambos, mulatos, indígenas y negros. El Estado es el primero en dar mal ejemplo al propiciar la discriminación excluyendo a los negros, a los mestizos, a los zambos y a los indígenas de los altos cargos diplomáticos, y en otros de alto y bajo nivel, ignorando que existen un buen número de negros, mestizos, zambos, mulatos e indígenas con inteligencia y con títulos que los acreditan para representar con capacidad y con dignidad al Estado dentro y fuera del país.

A la belleza, a la juventud y al color de la piel como constantes para lograr un empleo, es indispensable que el aspirante cuente con las palancas, o recomendaciones de alto nivel para alcanzar el trabajo tanto en el sector privado como en el público. El saber, el conocimiento, la integridad y responsabilidad son puestas a un lado, cuando la belleza, juventud y recomendaciones priman.

El anciano, encarna la sabiduría, la experiencia, la solidez económica y emocional, la madurez de la que carecen precisamente los jóvenes que apenas comienzan a recorrer los vericuetos de la vida. Deben ser los ancianos o mayores, quienes como en tiempos del antiguo pueblo de Israel sean tenidos en cuenta para tomar decisiones, aconsejar, y sobre todo guiar a los jóvenes para que sean verdaderos líderes de sus pueblos, hogares y sociedad en general.

La población mundial está envejeciendo y Colombia no es la excepción. Si tenemos en cuenta el informe del Dane, el porcentaje de personas menores de 14 años, bajó de un 31% al 28,2%, mientras que el de los mayores de 65 y más años, aumentó de 6,3% en 2005, a 6, 9% en el 2011.

Respetando y acatando los sabios concejos de las personas mayores, de los ancianos, permitiéndoles que continúen siendo productivos y útiles, lograremos una mejor sociedad. Los ancianos son los cimientos donde se asientan las bases del progreso de los pueblos.

La belleza y juventud mal usadas han llevado a un país como Colombia a un gran despilfarro del más grande recurso que tiene para progresar y ser grande. «El recurso humano».