lunes, 16 de agosto de 2010

ESPAÑOL

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NOTÍCULAS DE ESPAÑOL

Tito Balza Santaella



Arriba y encima, aunque están en la misma línea semántica y tienen acepciones muy parecidas, no significan exactamente lo mismo, ni deben usarse indistintamente. El sentido del primero es ‘a lugar o puesto superior’: Voy arriba, Caminamos río arriba, Llegó arriba, y transmite clara idea de movimiento. El sentido de encima es ‘en lugar o puesto superior’, y da idea de situación: Quedó encima del escritorio, Apareció encima de los demás libros. En casos situacionales pareciese indistinto utilizarse uno u otro: Está arriba o está encima, pero siempre arriba tiene un sentido más absoluto y abstracto; mientras que encima es más concreto y relativo, porque realmente el sentido de arriba es ‘en la parte alta’ y el de encima es ‘en lugar más o menos inmediatamente superior’. Por eso, mientras encima suele exigir complemento especificador: Está encima de la mesa, Quedó encima de la cama; arriba casi nunca lo necesita: Está arriba, Vengo de arriba, Vivo arriba.

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El diminutivo culto de viejo es viejecito, no viejito, como comúnmente oímos. Igualmente debe decirse pueblecito, piececito, piedrecita, nenecito, y no pueblito, piecito, piedrita y nenito, como dicen los hablantes comunes. Los diminutivos de flor y sol, no son solcito y florcita, sino solecito y florecita. No son diminutivos propios bueicito, dientico ni huevito. En buen castellano se dice bueyecillo, dentezuelo y huevezuelo; y, además, islilla nada tiene que ver con isla. El diminutivo de isla es islote.

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Hay notables diferencias entre comitiva y séquito, entendiéndose que ambas palabras significan grupo de personas que acompañan a un jefe, dirigente o dignatario. La comitiva acompaña a un dirigente y forma con él conjunto y dignidad: “La comitiva del Presidente”, “El Obispo y su comitiva”. El séquito sigue, rinde homenaje, sumisión y pleitesía a un ser poderoso. Supone dependencia y obediencia. Debe decirse: “La comitiva del Presidente” y “El séquito del Rey”; “El Obispo y su comitiva”, pero “El Monarca y su séquito”.

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Quíntuplo, quíntuple, es un adjetivo proporcional que designa la cantidad que ‘contiene un número cinco veces exactamente’. Se produjo en el país, y especialmente en esta zona occidental, con motivo de los cinco niños de la Costa Oriental del Lago nacidos en un mismo parto, la incorrección de llamarlos “los quíntuples de Tamare”. Es elemental, pero útil, saber cómo se designan a los hijos de partos múltiples: Dos, mellizos o gemelos (no morochos); tres, trillizos; cuatro, cuatrillizos; cinco, quintillizos; seis, sextillizos; siete, septillizos; ocho, octillizos.

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Gracejo y gracia no significan lo mismo. Gracejo es la alegría, la agudeza y la simpatía, pero sólo en el decir, en el hablar. La gracia es el atractivo natural, es don de Dios. En un cuento, en un chiste, el gracejo está en la manera como se dice; la gracia es su parte intelectual, su mensaje, el placer que produce.



titobalzas@yahoo.es http://twitter.com/ tbalzasantaella

sábado, 14 de agosto de 2010

A un ex presidente

Rabo de paja
DIMINUTIVO
Por: Esteban Carlos Mejía
El Espectador… agosto 13-2010

NEOLIBERAL. PLUTÓCRATA. DEREchista. Reaccionario. Semifeudal. Patronalista. Cleptócrata. Regresivo. Belicoso. Liberalizador. Sectario. Privatizador. Guerrerista. Arrodillado. Divisionista. Dogmático. Inicuo. Colonizado. Oligárquico. Ultramontano. Cipayo
Decimonónico. Pendenciero. Oscurantista. Solapado. Culebrero. Laureanista. Fascista. Atrabiliario. Desempleador. Gamonal. Intolerante. Manzanillo. Gárrulo. Machista. Misógino. Incumplidor. Absolutista. Rústico. Decadente. Entreguista.
Politiquero. Reeleccionista. Inequitativo. Desregularizador. Asistencialista. Manipulador. Caudillista. Buscapleitos. Individualista. Excluyente. Mesiánico. Maniqueo. Engañabobos. Malperdedor. Camandulero. Racista.
Títere. Retardatario. Aislacionista. Leguleyo. Arbitrario. Tradicionalista. Rábula. Doctrinario. Monologante. Retrógrado. Tinterillo. Militarista. Autoritario. Fariseo. Revanchista. Fanático. Obseso. Descalificador. Abusivo. Macartista.
Intransigente. Despótico. Gremialista. Atrasado. “San Antoñito”. Clientelista. Maquillador. Elitista. Ventajoso. Troglodita. Cortoplacista. Patriotero. Clasista. Cacique. Inconstitucional. Finquero. Mayordomo. Capataz. Montañero.
Sesgado. Inquisidor. Monotemático. Boquisucio. Cositero. Demagogo. Tendencioso. Intemperante. Paternalista. Desmedido. Iracundo. Prevenido. Ríspido. Irrespetuoso. Hostil. Obstructivo. Gritón. Autócrata. Pantallero. Inescrupuloso.
Populista. Divagador. Maniático. Cavernícola. Fariseo. Extremista. Hidrófobo. Conspiretas. Turbio. Desapacible. Personalista. Ladino. Diminuto. Megalómano.
Pro imperialista. Pro yanqui. Pro monopolios. Pro colonialista. Pro burgués. Pro latifundio. Provocador. Provinciano. Antidemocrático. Antiobrero. Anticampesino. Antisindicalista. Anticiudadanía. Antiestatista. Antidiálogo. Antiecológico. Antipacifista. Antisocialista. Antipoético. Antipático. ¿Anticonceptivo? Anticuado.
Amigo de los ricos, enemigo de los pobres. Falso: falso mesías, falso demócrata, falso liberal, falso positivo. Álvaro Uribe Vélez, el mejor presidente de Colombia.
Rabito de paja: ¿Se irá a volar Uribito?
Rabillo de paja: “Estos pueblos hermanos (Colombia y Venezuela) conservan sus peculiares notas, sus realidades diversas pero cada día se acercan más los unos a los otros. Y esas distintas realidades pueden condensarse en una sola afirmación que hace temblar el criterio feudal de las castas minoritarias que todavía en América imperan; pueden sintetizarse en el deseo que todos anhelamos y que todos impondremos: queremos que los amos sean menos amos para que los siervos sean menos siervos; queremos que los poderosos sean menos poderosos para que los humildes sean menos humildes, y queremos que los ricos sientan que deben ser menos ricos para que los pobres reciban mejor remuneración por su trabajo”. Jorge Eliécer Gaitán, 18 de octubre de 1946

domingo, 8 de agosto de 2010

Señor Presidente

Señor Doctor
Juan Manuel Santos
Presidente de la República
Un saludo especial por su ascensión al Solio de los Presidentes y felicitaciones por ello.
Muchos somos los colombianos que a pesar de las desilusiones por las promesas incumplidas tanto de los presidentes como del resto de los políticos, guardamos una esperanza, una sola al menos, y es aquella de que, y como usted lo dijo en su discurso de posesión y que transcribo el aparte, “logre sembrar al menos, las bases de una verdadera reconciliación entre los colombianos”. Es un avance muy grande que logre ese “desarme de los espíritus que muchos hemos estado esperando”
Colombia, un país consagrado al Sagrado Corazón desde el 28 de junio de 1902, cuando, como ahora se debatía en una guerra fratricida, no ha visto a sus hijos vivir en paz como verdaderos hermanos. Al contrario, la sangre ha corrido por los ríos, las carretas, las ciudades y todo el territorio nacional.
Actualmente los colombianos se hallan en la más terrible polarización. Una polarización causada por los odios políticos y la división de los ciudadanos originada en la arrogancia, la autocracia y prepotencia de un mandatario que creyó que el camino de la paz era la guerra, aunándole a ella la división de su pueblo. Una guerra que llevó no sólo a las montañas donde cayeron miles de colombianos, unos inocentes y otros no, según el gobierno, sino que enardeció el espíritu de un 80% de colombianos que veían como sus enemigos a sus compatriotas, a los mismos que se atrevían a controvertir las ideas y las políticas del mandatario.
Pero esa guerra no sólo la introdujo en el territorio nacional, sino que la llevó a otras naciones que terminaron apartándose de Colombia con nefastas consecuencias para los nacionales pero especialmente para los habitantes de las fronteras.
Señor presidente Santos, es necesario lograr la fraternidad y la armonía entre los colombianos, que se respeten como hermanos hijos de una misma patria. Esta es la única solución para que la agresividad de los espíritus se acabe y se llegue a la verdadera paz.
Luche por conseguir la unión de los colombianos, sólo así “erradicará la violencia, y se construirá una sociedad próspera, equitativa y justa”, como es su deseo y el de muchos colombianos...
Fragmento del discurso:
“Al mismo tiempo quiero reiterar: la puerta del diálogo no está cerrada con llave. Aspiro, durante mi gobierno, a sembrar las bases de una verdadera reconciliación entre los colombianos. De un desarme real de los espíritus, construido sobre cimientos perdurables que no alimenten falsas esperanzas, que no permitan más engaños y que no conduzcan a nuevas frustraciones en un país que, desde lo más profundo de su alma ensangrentada, lo que más desea es la paz.
Tenemos que asimilar las lecciones del pasado y aprender de los errores cometidos en esta brega por superar una confrontación que hace demasiado tiempo nos desgarra. A los grupos armados ilegales que invocan razones políticas y hoy hablan otra vez de diálogo y negociación, les digo que mi gobierno estará abierto a cualquier conversación que busque la erradicación de la violencia y la construcción de una sociedad más próspera, equitativa y justa”.

sábado, 7 de agosto de 2010

Dedicación de Colombia al sagrado Corazón

Reseña histórica
Consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús
El 18 de octubre de 1899 estallaba en Colombia la última guerra civil que duró tres años y que se conoce como la Guerra de los Mil Días.
Esta prolongada guerra fratricida produjo consecuencias y efectos verdaderamente lamentables, como lo reconocen todos los historiadores.

En el conflicto murieron de 100 a 130 mil colombianos, cuando Colombia sólo contaba con 4 millones de habitantes. Fueron innumerables las viudas y los huérfanos que lloraban desconsolados a sus seres queridos.

La guerra paralizó todas las actividades económicas, sobre todo la explotación de los campos, presentándose una hambruna que no respetó a ninguna clase social y que puso a clamar de hambre a ricos y pobres en todo el territorio nacional. La economía del país se desplomó y el valor de la moneda se tornó irrisorio. Los fusiles y los cañones, además de cegar las vidas humanas, sembraban la destrucción en todo el territorio patrio.
Después de tres años de una guerra sangrienta y destructora, la situación del país se agravaba día por día y amenazaba con desembocar en una verdadera catástrofe nacional.

El entonces Arzobispo de Bogotá, Monseñor Bernardo Herrera Restrepo, iluminado por una luz interior, vio que la única solución en situación tan desesperada era acudir al Sagrado Corazón de Jesús.

Se dirigió entonces a la Presidencia de la República y como único medio para conseguir la tan anhelada paz, sugirió al vicepresidente encargado, el Doctor José Manuel Marroquín, la Consagración de la República al Sagrado Corazón de Jesús y el hacer un voto de construir un templo en su honor. El Presidente Encargado aceptó gustoso la sugerencia y el 22 de junio de 1902, en ceremonia inolvidable, consagró la República de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús y puso la primera piedra para el templo que es el actual Voto Nacional. Los efectos fueron inmediatos. Recordemos que la fe puede trasladar montañas.

A los 5 meses de la Consagración, se firmaba el tratado de Wisconsin, el 21 de noviembre de 1902, poniendo punto final a la sangrienta y prolongada guerra, iniciándose una era de paz y de concordia nacional.

Han transcurrido exactamente 106 años y pareciera que la situación en el país es tan grave y aún más grave de la de 1902, después de una guerra no declarada que ya se prolonga por un espacio de más de 50 años. Los efectos de esta guerra son tan funestos o más funestos que los de la Guerra de los Mil Días. Sobre todo en los últimos años, han muerto tantos colombianos anualmente, sumiendo en el dolor y las lágrimas a innumerables viudas y huérfanos. Los desplazados por la guerra que se encuentran en condiciones infrahumanas, superan los dos millones. Las poblaciones destrozadas por la guerrilla o por los paramilitares, han dejado en la ruina a miles de colombianos.
Por Jorge Eduardo Acero López, S. J., 30 de mayo de 2008

lunes, 2 de agosto de 2010

¿ POR QUÉ?

SIMÓN BOLÍVAR: EL PADRE TRAICIONADO POR SUS HIJOS

"Quiso Dios formar de salvajes un imperio y creó a Manco Capac; pecó su raza y lanzó a Pizarro. Después de tres siglos de expiación, tuvo piedad de la América y creó a Bolívar. Sois, pues, el hombre de un designio providencial; nada de lo hecho atrás se parece a lo que habéis hecho. Para que alguien pudiera imitaros, sería menester que quedara un mundo por libertar. Habéis fundado tres repúblicas que, en siglos crecerá vuestra gloria, como crece la sombra cuando el sol declina”
Choquehuanca
“Piense en los héroes del país no en los de otros lados...”
La frase anterior fue enviada a mi correo por uno de los tantos furibundos colombianos que están odiando al Padre de la Patria, al Magno héroe cuya imagen constituye una de las figuras fundamentales de la historia.
¿Qué suscitó la iracunda frase del alienado, acompañada de vulgaridades? Simple y doloroso, el 24 de julio natalicio de nuestro Libertador y ante el silencio de los medios colombianos pregunté la razón del por qué no se hablaba de tan importante conmemoración, agregándole a este interrogante otra pregunta: ¿dónde estaban los historiadores? Ya que ni una palabra de ellos alusiva a la fecha se oía. Saltó entonces la hiena de turno enviando su “patriotero” mensaje donde desahogaba sus frustraciones de mal ciudadano.
¿Por qué algunos colombianos están odiando a Don Simón Bolívar Libertador y Padre de la patria?
Será una pregunta que trataré de responder al final de este comentario.
Extracto de la Carta de Jamaica.
Simón Bolívar
Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la América. ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración; otra esperanza es infundada, semejante a la del abate St. Pierre, que concibió el laudable delirio de reunir un congreso europeo para decidir de la suerte y de los intereses de aquellas naciones.
Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos, aunque más vehementes e ilustrados. De este modo la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna, entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia.
Yo diré a Vd. lo que puede ponernos en actitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre: es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos. La América está encontrada entre sí, porque se halla abandonada de todas las naciones; aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios militares, y combatida por la España, que posee más elementos para la guerra que cuantos nosotros furtivamente podemos adquirir. Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el estado es débil y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan, las opiniones se dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan para triunfar por este fácil medio.
Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nación liberal que nos preste su protección, se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América meridional; entonces las ciencias y las artes que nacieron en el Oriente y han ilustrado la Europa, volarán a Colombia libre, que las convidará con un asilo. Tales son, señor, las observaciones y pensamientos que tengo el honor de someter a Vd. para que los rectifique o deseche, según su mérito, suplicándole se persuada que me he atrevido a exponerlos, más por no ser descortés, que porque me crea capaz de ilustrar a Vd. en la materia.
La Carta de Jamaica, suscrita por “El Libertador”, Simón Bolívar, es el célebre documento donde El Libertador presenta su enorme proyecto continental en pro de la unidad de los estados que surgirían de la lucha emancipadora.
Bolívar advierte en su documento el triunfo de las ideas que lo acompañan: Congresos, constituciones, leyes a favor de la libertad, equilibrio de los poderes, federalismo, gobierno democrático, Independencia americana. Derechos del hombre. Posibilidad de que el Ismo de Panamá fuera el punto de convergencia de los representantes de todos los países de América.
En la carta de Jamaica, escrita en medio de la incertidumbre, Bolívar ahonda en el ser de América para proponerle un camino y un destino, con la fe del que sabe en la justicia y la razón.
Muy lejos del deseo de Bolívar, la América actual padece de una miopía inexplicable que no le ha permitido ser el continente de la esperanza, la mejor alternativa para el desarrollo de una cultura humana y justa.
La unión de los pueblos que El Libertador soñó, se ha desmoronado debido a los egoísmos, los odios, la egolatría la prepotencia y sobre todo la megalomanía de los gobernantes que alienando y domesticando a su antojo a los ciudadanos que los siguen con los ojos cerrados, les han sellado todas las formas de pensamiento de racionalidad y de libertad.
Estos gobernantes que han jurado proteger a sus pueblos, velar por sus ciudadanos, mantener la hermandad de las naciones, sin recato alguno han mancillado el pensamiento del Padre de la Patria, al que sin modestia alguna pretenden honrar emulándolo, pero que han hecho todo lo contrario de los deseos y aspiraciones del Libertador, pisoteando sus sueños.
La memoria de nuestro Libertador sería exaltada si las naciones fueran aquellas que idealizó Bolívar. Si los habitantes se respetaran, se ayudaran y se consideraran no sólo hermanos, sino amigos, los mejores, dispuestos a llorar en las dificultades y a alegrarse con lo bueno que pueda sucederles, como corresponde a quienes están ligados por lazos de sangre y sentimientos indestructibles.
Los ideales de El Libertador de cinco naciones, el Grande de los Grandes, han sido desintegrados como sucediera con la Gran Colombia. Los gobernantes y los ciudadanos han deshonrado su memoria arrojando sus odios los unos contra los otros, calcando así el proceder de sus mandatarios, y de paso alcanzando con sus animadversiones al Gran Libertador, porque en la nación que lo vio morir, y que libertó, hablar del Padre de la Patria se constituye en ofensa.
Dos naciones que guardan los momentos más importantes de El Libertador, como su nacimiento y muerte, están despedazándose a mordiscos porque sus mandatarios han antepuesto sus egos, su hambre de hienas rabiosas, sus delirios de grandeza, al bienestar y fraternidad de sus pueblos.
Uno, el gobernante que en el ocaso de su mandato, (desastroso por cierto) en un arranque de irracionalidad busca por todos los medios dejar rotas las relaciones con los vecinos lanzando a los ciudadanos de ambos pueblos a la guerra, a los odios y de paso destruyendo la economía de los dos países y llevándose consigo el sustento de miles de familias. El otro, que dice amar, respetar y honrar la memoria del Libertador, tiene lamentables demostraciones de un desconocimiento total de sus ideales, luchas y pensamiento. “Las atrocidades más bárbaras se suceden cuando ambos contendientes se hacen llamar batalladores de la libertad”.
Hermanos venezolanos y colombianos, desoigamos los aullidos de los lobos que pretenden destruir a nuestros pueblos, que pretenden acabar con la fraternidad que siempre ha existido entre los nacionales de los dos países. Dejémoslos solos para que ellos y sus descendientes lloren sus deslealtades, sus injurias, y sobre todo la incapacidad de conducir a sus pueblos por los caminos soñados por El Libertador. No aupemos la incapacidad que han demostrado de realizar los ideales propuestos por el Padre de la Patria consistentes en hacer de América no sólo una extensión territorial, sino un espacio fértil para la creación cultural, para la tolerancia, el respeto de los Derechos Humanos y el progreso general de sus pueblos.
De la censura y el castigo para estos traidores se encargará la historia porque sus actos son tan reprochables e inicuos, que no habrá un espacio para mencionarlos.
En el país en donde el Prócer murió, ya ni su nombre se puede mencionar porque los Caínes saltan con oprobios, amenazas, y como la nación que traicionó a Cristo quieren crucificar a quien ose rememorar sus gestas y pronunciar su excelso nombre.
Como personas inteligentes, razonables, respetuosas de los pueblos, de las fronteras y de sus gentes, estrechemos nuestras manos, fundámonos en un permanente abrazo, permitamos que nuestros hijos se abracen entre sí para que sucumban los odios, los rencores, y así hagamos que en esa América, la que soñó, y por la que luchó Bolívar, jamás se extinga el espíritu de hermandad y de libertad.
Última proclama que Bolívar dirige a los colombianos en Santa Marta, el 10 de diciembre de 1830 y en la que se puede leer…
Colombianos:
… Mis enemigos han abusado de nuestra credulidad y han pisoteado
Lo que yo tenía por sagrado: mi reputación y mi amor por la
Libertad. He sido sacrificado a mis perseguidores: me han traído
Al borde de la tumba; yo los perdono.
En este momento en que me separo de vosotros, mi corazón me
Dice que debo expresar mis últimos deseos. No aspiro a más gloria
Que la consolidación de la Gran Colombia.
… Si mi muerte pudiera contribuir en algo a la reconciliación de
Las partes antagónicas para la unificación del país, iría a la tumba
En paz.
“Nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: La ignorancia y la debilidad” Bolívar
EL LIBERTADOR:
Alfredo de Arévalo Larriva
Flor de raza y de siglos, príncipe de varones.
Triste y fiera mirada: porte recio y gentil.
Señor de espada y pluma, cual si de dos leones
Tuvo de Julio César en su alma y perfil.

Ganó de Marte y Venus los magníficos dones
-¡Oh mirtos y laureles!- en un preclaro abril.
Sojuzgaba hermosuras, libertaba naciones,
Con la misma destreza bizarra y señoril…