lunes, 2 de agosto de 2010

¿ POR QUÉ?

SIMÓN BOLÍVAR: EL PADRE TRAICIONADO POR SUS HIJOS

"Quiso Dios formar de salvajes un imperio y creó a Manco Capac; pecó su raza y lanzó a Pizarro. Después de tres siglos de expiación, tuvo piedad de la América y creó a Bolívar. Sois, pues, el hombre de un designio providencial; nada de lo hecho atrás se parece a lo que habéis hecho. Para que alguien pudiera imitaros, sería menester que quedara un mundo por libertar. Habéis fundado tres repúblicas que, en siglos crecerá vuestra gloria, como crece la sombra cuando el sol declina”
Choquehuanca
“Piense en los héroes del país no en los de otros lados...”
La frase anterior fue enviada a mi correo por uno de los tantos furibundos colombianos que están odiando al Padre de la Patria, al Magno héroe cuya imagen constituye una de las figuras fundamentales de la historia.
¿Qué suscitó la iracunda frase del alienado, acompañada de vulgaridades? Simple y doloroso, el 24 de julio natalicio de nuestro Libertador y ante el silencio de los medios colombianos pregunté la razón del por qué no se hablaba de tan importante conmemoración, agregándole a este interrogante otra pregunta: ¿dónde estaban los historiadores? Ya que ni una palabra de ellos alusiva a la fecha se oía. Saltó entonces la hiena de turno enviando su “patriotero” mensaje donde desahogaba sus frustraciones de mal ciudadano.
¿Por qué algunos colombianos están odiando a Don Simón Bolívar Libertador y Padre de la patria?
Será una pregunta que trataré de responder al final de este comentario.
Extracto de la Carta de Jamaica.
Simón Bolívar
Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la América. ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración; otra esperanza es infundada, semejante a la del abate St. Pierre, que concibió el laudable delirio de reunir un congreso europeo para decidir de la suerte y de los intereses de aquellas naciones.
Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos, aunque más vehementes e ilustrados. De este modo la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna, entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia.
Yo diré a Vd. lo que puede ponernos en actitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre: es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos. La América está encontrada entre sí, porque se halla abandonada de todas las naciones; aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios militares, y combatida por la España, que posee más elementos para la guerra que cuantos nosotros furtivamente podemos adquirir. Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el estado es débil y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan, las opiniones se dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan para triunfar por este fácil medio.
Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nación liberal que nos preste su protección, se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América meridional; entonces las ciencias y las artes que nacieron en el Oriente y han ilustrado la Europa, volarán a Colombia libre, que las convidará con un asilo. Tales son, señor, las observaciones y pensamientos que tengo el honor de someter a Vd. para que los rectifique o deseche, según su mérito, suplicándole se persuada que me he atrevido a exponerlos, más por no ser descortés, que porque me crea capaz de ilustrar a Vd. en la materia.
La Carta de Jamaica, suscrita por “El Libertador”, Simón Bolívar, es el célebre documento donde El Libertador presenta su enorme proyecto continental en pro de la unidad de los estados que surgirían de la lucha emancipadora.
Bolívar advierte en su documento el triunfo de las ideas que lo acompañan: Congresos, constituciones, leyes a favor de la libertad, equilibrio de los poderes, federalismo, gobierno democrático, Independencia americana. Derechos del hombre. Posibilidad de que el Ismo de Panamá fuera el punto de convergencia de los representantes de todos los países de América.
En la carta de Jamaica, escrita en medio de la incertidumbre, Bolívar ahonda en el ser de América para proponerle un camino y un destino, con la fe del que sabe en la justicia y la razón.
Muy lejos del deseo de Bolívar, la América actual padece de una miopía inexplicable que no le ha permitido ser el continente de la esperanza, la mejor alternativa para el desarrollo de una cultura humana y justa.
La unión de los pueblos que El Libertador soñó, se ha desmoronado debido a los egoísmos, los odios, la egolatría la prepotencia y sobre todo la megalomanía de los gobernantes que alienando y domesticando a su antojo a los ciudadanos que los siguen con los ojos cerrados, les han sellado todas las formas de pensamiento de racionalidad y de libertad.
Estos gobernantes que han jurado proteger a sus pueblos, velar por sus ciudadanos, mantener la hermandad de las naciones, sin recato alguno han mancillado el pensamiento del Padre de la Patria, al que sin modestia alguna pretenden honrar emulándolo, pero que han hecho todo lo contrario de los deseos y aspiraciones del Libertador, pisoteando sus sueños.
La memoria de nuestro Libertador sería exaltada si las naciones fueran aquellas que idealizó Bolívar. Si los habitantes se respetaran, se ayudaran y se consideraran no sólo hermanos, sino amigos, los mejores, dispuestos a llorar en las dificultades y a alegrarse con lo bueno que pueda sucederles, como corresponde a quienes están ligados por lazos de sangre y sentimientos indestructibles.
Los ideales de El Libertador de cinco naciones, el Grande de los Grandes, han sido desintegrados como sucediera con la Gran Colombia. Los gobernantes y los ciudadanos han deshonrado su memoria arrojando sus odios los unos contra los otros, calcando así el proceder de sus mandatarios, y de paso alcanzando con sus animadversiones al Gran Libertador, porque en la nación que lo vio morir, y que libertó, hablar del Padre de la Patria se constituye en ofensa.
Dos naciones que guardan los momentos más importantes de El Libertador, como su nacimiento y muerte, están despedazándose a mordiscos porque sus mandatarios han antepuesto sus egos, su hambre de hienas rabiosas, sus delirios de grandeza, al bienestar y fraternidad de sus pueblos.
Uno, el gobernante que en el ocaso de su mandato, (desastroso por cierto) en un arranque de irracionalidad busca por todos los medios dejar rotas las relaciones con los vecinos lanzando a los ciudadanos de ambos pueblos a la guerra, a los odios y de paso destruyendo la economía de los dos países y llevándose consigo el sustento de miles de familias. El otro, que dice amar, respetar y honrar la memoria del Libertador, tiene lamentables demostraciones de un desconocimiento total de sus ideales, luchas y pensamiento. “Las atrocidades más bárbaras se suceden cuando ambos contendientes se hacen llamar batalladores de la libertad”.
Hermanos venezolanos y colombianos, desoigamos los aullidos de los lobos que pretenden destruir a nuestros pueblos, que pretenden acabar con la fraternidad que siempre ha existido entre los nacionales de los dos países. Dejémoslos solos para que ellos y sus descendientes lloren sus deslealtades, sus injurias, y sobre todo la incapacidad de conducir a sus pueblos por los caminos soñados por El Libertador. No aupemos la incapacidad que han demostrado de realizar los ideales propuestos por el Padre de la Patria consistentes en hacer de América no sólo una extensión territorial, sino un espacio fértil para la creación cultural, para la tolerancia, el respeto de los Derechos Humanos y el progreso general de sus pueblos.
De la censura y el castigo para estos traidores se encargará la historia porque sus actos son tan reprochables e inicuos, que no habrá un espacio para mencionarlos.
En el país en donde el Prócer murió, ya ni su nombre se puede mencionar porque los Caínes saltan con oprobios, amenazas, y como la nación que traicionó a Cristo quieren crucificar a quien ose rememorar sus gestas y pronunciar su excelso nombre.
Como personas inteligentes, razonables, respetuosas de los pueblos, de las fronteras y de sus gentes, estrechemos nuestras manos, fundámonos en un permanente abrazo, permitamos que nuestros hijos se abracen entre sí para que sucumban los odios, los rencores, y así hagamos que en esa América, la que soñó, y por la que luchó Bolívar, jamás se extinga el espíritu de hermandad y de libertad.
Última proclama que Bolívar dirige a los colombianos en Santa Marta, el 10 de diciembre de 1830 y en la que se puede leer…
Colombianos:
… Mis enemigos han abusado de nuestra credulidad y han pisoteado
Lo que yo tenía por sagrado: mi reputación y mi amor por la
Libertad. He sido sacrificado a mis perseguidores: me han traído
Al borde de la tumba; yo los perdono.
En este momento en que me separo de vosotros, mi corazón me
Dice que debo expresar mis últimos deseos. No aspiro a más gloria
Que la consolidación de la Gran Colombia.
… Si mi muerte pudiera contribuir en algo a la reconciliación de
Las partes antagónicas para la unificación del país, iría a la tumba
En paz.
“Nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: La ignorancia y la debilidad” Bolívar
EL LIBERTADOR:
Alfredo de Arévalo Larriva
Flor de raza y de siglos, príncipe de varones.
Triste y fiera mirada: porte recio y gentil.
Señor de espada y pluma, cual si de dos leones
Tuvo de Julio César en su alma y perfil.

Ganó de Marte y Venus los magníficos dones
-¡Oh mirtos y laureles!- en un preclaro abril.
Sojuzgaba hermosuras, libertaba naciones,
Con la misma destreza bizarra y señoril…

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