sábado, 10 de marzo de 2012

En el Día de la Mujer


Elogio de la Mujer Brava
Por Héctor Abad
Tomado de la Revista Semana


Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas.

A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viragos, marimachos. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran "no más usted me avisa y yo le abro las piernas", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo, y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan, y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan, y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio, y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa, y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran jartas por la noche, y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros, y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar, y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Somos animalitos todavía, los varones machistas, y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes, y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza: nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.

sábado, 3 de marzo de 2012

¿Será Verdad que cuando toca el sueño? Gustavo Adolfo Bécquer



¿Será verdad que cuando toca el sueño
con sus dedos de rosa nuestros ojos,
de la cárcel que habita huye el espíritu
en vuelo presuroso?
¿Será verdad que, huésped de las nieblas,
de la brisa nocturna al tenue soplo,
alado sube a la región vacía
a encontrarse con otros?
¿Y allí desnudo de la humana forma,
allí los lazos terrenales rotos,
breves horas habita de la idea
el mundo silencioso?
¿Y ríe y llora y aborrece y ama
y guarda un rastro del dolor y el gozo,
semejante al que deja cuando cruza
el cielo un meteoro?
Yo no sé si ese mundo de visiones
vive fuera o va dentro de nosotros.
Pero sé que conozco a muchas gentes
a quienes no conozco.

El Embajador de Corea. Tomado del blog Verbiclara


EL EMBAJADOR DE…
marzo 2, 2012 por verbiclara

Hace tiempo leí este cuento, que me hizo reír muchísimo. Lo encontré en internet. No sé si ese es el título, lo conozco por otro, pero entonces no tendría gracia leerlo. Una amiga me dice que su autor es Luis Pérez Pérez, de Cifuentes. Espero que lo disfrute como yo.

EL EMBAJADOR DE COREA

Un amigo mío, director de un central azucarero se arrancaba los pocos pelos que le quedaban porque en el centro de acopio de caña se le había partido una correa a uno de los equipos principales y el técnico que las arregla funciona a nivel provincial.

La zafra estaba a punto de detenerse por esto y para colmo en medio de aquel atoro se recibió el siguiente telegrama: “Preparen condiciones, a las 10:00 a.m. llega el embajador de Corea”.

Cundió el pánico. A movilizar a todo el mundo, chapear la entrada del Batey, darle lechada de cal a los andenes y a montar una danza coreana con los niños de los alrededores, con trencitas y abanicos de papel hechos con hojas de revista Bohemia.
¿Quién rayos tiene el himno de Corea? Adornos florales, censo de los coreanos del ingenio, agua embotellada para el Embajador, por si pedía agua, etc. ¿Qué coño comerá un coreano? Pero el esfuerzo pudo más que las dificultades y al día siguiente a las 10:00 a.m. en punto (porque los asiáticos son muy puntuales) estaban los pioneros con pañoletas en las manos, los merenderos surtidos, el administrador del central en guayabera, las sillas dispuestas para los cincuentenarios de la industria azucarera y una pancarta con un coreano pintado afuera.

El pionero más destacado leería un comunicado de bienvenida. Tal y como estaba previsto, a las 10:00 a.m. un jeep levantaba polvo por el terraplén. A su paso todos empezaron a agitar las banderitas y corearon diversos himnos. Finalmente el vehículo se detuvo y de su puerta posterior salió un negro patillú enfundado en un grasiento overol.

En ese preciso momento cobró sentido el telegrama (que había sido mal copiado): “Preparen condiciones, a las 10:00 a.m. llega el empatador de correa”. El empatador de correa también era un hombre puntual y dicen que se emocionó muchísimo con el recibimiento que le dieron en el central ese día.

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