miércoles, 11 de julio de 2012

martes, 10 de julio de 2012

Alejandra Azcárate, su diatriba contra las gordas, y una respuesta.

Me gusta el cuerpo liviano, ágil y elástico. Me identifico por mi genética y metabolismo con una estética sin protuberancias, relieves y desproporciones. Pero así mismo, hoy decidí alejarme de mi primaria perspectiva de lo bello para abrir mi mente y analizar las ventajas de la gordura. Una mujer que nace gorda o que se engorda debe tener ciertos puntos a su favor que deben ser resaltados y no señalados por las flacuchentas como yo.




1. No piensan a la hora de comer. Esa es una invaluable sensación de libertad. No se mortifican por los horarios adecuados para ingerir los alimentos ni mucho menos se estresan por la escogencia de los mismos. Una bandeja paisa al desayuno no es una posibilidad absurda, al contrario, puede ser una realidad semanal.



2. Cuando van a los almacenes no se pasan horas midiéndose opciones de prendas porque pocas veces encuentran su talla. Sus compras son breves. ¿Qué me queda? Eso me llevo. Punto.



3. Se sienten como unas princesas ya que ellas sí conocen de cerca la verdadera caballerosidad. Los hombres les ceden el puesto por miedo a que se les sienten encima, las miran con ternura para evitar una agresión, les sonríen, las saludan con palmada en el hombro, les corren la silla porque no caben, les abren la puerta del carro para cerciorarse de que sí entran y no las morbosean porque rayarían con la aberración.



4. Disfrutan a plenitud la amistad. Las gordas no generan envidia, así que además de convertirse en grandes amigas producen una confianza que solo es recompensada con lealtad. No sufren el dolor de la traición ni prueban el veneno del engaño.



5. En el sexo se desinhiben con facilidad. Contrario a sentir complejos por su figura, tienden a ser tan seguras de ellas mismas que se convierten en grandes amantes. Siempre se entregan como si fuera la última vez, porque de hecho saben que podría serlo. No tienen límites, no les preocupa si la luz está prendida o apagada, no las altera ninguna posición, saben con certeza que su fortaleza es generar placer hasta el punto de hacerle olvidar a su pareja la sensación de estar amasando un sofá abullonado.



6. La playa o el plan de piscina no las cohíbe. Uno las ve pavoneándose sin pareo y sin el menor pudor. Se asolean como un sapo boca abajo desparramadas sin tapujos. Con la bronceada se les marcan los pliegues a los cuales el sol no alcanzó a entrar, quedan llenas de líneas como si hubieran sido atacadas por un león y no les importa. Salen de esqueleto, ombliguera o shorts, frescas.



7. No viven pendientes de los tratamientos, trucos o sistemas para alcanzar la figura ideal, son conscientes de su realidad, se aceptan evitando luchas sin sentido. Así se aman y así las aman.



Si resumimos, la gordura genera libertad. Algo que pocos seres logran conocer a lo largo de su vida. Es cierto que por momentos debe producir insatisfacción y una lucha por modificar lo existente. Pero a la vez se alejan con facilidad de las presiones y convierten su figura en su mayor factor de seguridad.



Con todo y eso, no nos digamos mentiras, es mejor ser flaca. Así que no se engañen más. Dejen de pensar que son de huesos grandes, que retienen líquido y que el color negro adelgaza. Están gordas. ¡Asúmanlo! Y así suene cruel, es la cruda verdad. Ojo no con la tiroides sino con la ‘mueloides’ y sobre todo no olviden que uno gordo se ve lindo solo cuando es bebé.



Publicada en la revista ALO

« Me gusta el cuerpo liviano, ágil y elástico… » De los 1300 o 1400 gramos que pesa el cerebro humano, el de doña Alejandra no alcanza a pesar medio gramo (Bien liviano). Solo así se concibe que haya plasmado tantas estupideces en contra de sus congéneres, precisamente en momentos en que entidades, líderes feministas y otras organizaciones se encuentran luchando por los derechos de la mujer, para que ellas tengan las mismas condiciones que el hombre, en la vida política, social, económica y cultural de sus países. Al escribir su incoherente diatriba en contra de las gordas, entra en la discriminación, y por ende, en la violación de los Derechos Humanos lo que indica que está cometiendo un delito. Luego de leer el artículo se llega a la conclusión de que al cerebro de la modelo le falta un 98 % del peso que debe tener un cerebro normal. El 2 % a su favor se lo dejo por la capacidad que tuvo de sentarse al computador y utilizar sin control sus dedos.

«No piensan a la hora de comer» Claro que a la hora de comer no se debe pensar porque ya se ha escogido con plena conciencia lo que se va ingerir, poco, mucho, con grasa, sin ella, lo cierto es que ya se ha pensado en el plato que le proporcionará placer como debe ser el propósito de sentarse a la mesa y comer sin restricciones ni prejuicios, pensando únicamente en alimentarse como cualquier ser normal. Bien sea en la casa o restaurante estas gorditas se hallan acompañadas de un gordito cariñoso que las ama, las respeta y que está con ellas porque entiende que la mujer no debe ser únicamente la muñeca plástica entregada a frivolidades. También se ven gorditas en compañía de flaquitos que prefieren a una robustica recatada que a una flaca descarada.

Esas muñecas que pululan por todas partes con su cuerpo acuchillado para parecer lindas, son las escogidas para diversión de los señores especialmente de aquellos que con dinero fácil les pagan sus tratamientos para verlas y usarlas como se compra y se usa cualquier objeto. Esas frívolas barbie se acicalan para satisfacer los caprichos y necesidades especialmente las biológicas de sus mecenas.

Lo paradójico de la actriz Azcárate es la crítica hecha a las gordas porque no «Piensan» en el momento de elegir la comida. Pero ante no pensar para elegir una comida, y no tener cerebro para pensar un escrito y lanzarlo al público sin responsabilidad alguna, existe un abismo insondable. Cabe destacar que cuando las críticas a las gordas provienen de una ex gorda convertida en flaca por efecto del bisturí, la crítica se convierte en fraude para el lector. Es claro que la autora es experta en fraudes según consta en los archivos de una prestigiosa universidad que se vio obligada a expulsarla por haber cometido plagio.

Resumiendo: Las gordas son felices, comen sin prejuicios, el traje de baño lo usan con desparpajo sin preocuparse de exhibir su cuerpo para ser cotizado por el mejor postor. Quien las ama lo hace con sinceridad, lejos de estar comprando una muñeca frívola, como se compra un fino auto o un mueble para que otros lo admiren. Y si del amor se trata, está segura de ser amada por sus méritos, por su inteligencia, por su bondad, por su belleza natural y no artificial, porque es una mujer completa y digna de ser amada y respetada, y porque no tiene necesidad de sobresalir y obtener fama a costa de desnudarse en los medios, y de escribir artículos y libretos mediocres. El cuerpo liviano no proporciona inteligencia, y la inteligencia no proviene del bisturí.