lunes, 13 de octubre de 2008

MITO DE LA CAVERNA.

Nos ocurre a los hombres. --se dice allí--exactamente lo mismo que a unos cautivos que se hallaban en lo profundo de una caverna subterránea y desde su nacimiento estuvieron encadenados a un poste de forma que nunca pudiesen volverse y necesariamente tuvieran sus rostros vueltos hacia la pared opuesta a la entrada de la cueva. A espaldas de ellos, a la entrada, corre a todo lo largo de toda la caverna un muro de la altura de un hombre. Detrás de este muro, en la parte de fuera, arde una hoguera. Si entre el fuego y el muro discurrieran de acá para allá hombres que llevaran en sus brazos levantados imágenes, estatuas, figuras de animales, herramientas, etc., de modo que estos objetos rebasaran la altura del muro, ocurriría que la sombra de estos objetos, producida por el resplandor del fuego, iría a proyectarse en la pared del fondo de la caverna, e igualmente llegaría a los oídos de los cautivos el confuso eco de las voces de los hombres que detrás se mueven. Como los cautivos jamás han percibido otra cosa que las sombras proyectadas delante de sus ojos y el eco de las voces, tendrían por verdadera realidad aquellas imágenes y sombras de los objetos. Si de pronto pudieran volverse y ver los mismos objetos al claror del fuego, cuyas sombras únicamente hasta entonces contemplaron, y percibir las voces mismas en vez del sordo murmullo, quedarían ciertamente asombrados ante esta nueva realidad. Y si suponemos que les es dado salir totalmente de la cárcel subterránea y ver a los hombres, a los animales, y a las cosas verdaderas a la luz del claro sol, en vez de las meras imágenes de los objetos paseados a lo largo del muro, quedarían sin duda ofuscados ante la realidad tan nueva que ahora se les ofrece. Y si suponemos todavía que aquellos hombres privilegiados volvieran a la caverna y relataran a sus compañeros de cautiverio lo que acaban de ver y les quisieran convencer de lo que allí se ve y se oye no es la verdadera y auténtica realidad, es muy seguro que no encontrarían fe en sus palabras y que serían objeto de burla. Y si alguno intentara librar a los cautivos y sacarlos a la luz y claridad del verdadero mundo, puede que le costara la vida. Y sin embargo, es preciso sacar a los cautivos de su caverna.
La misión primera del filósofo, consiste en liberar al hombre del mundo de las apariencias y de las imágenes y conducirlo al verdadero ser. Este verdadero ser no es precisamente el llamado mundo real, el mundo espacial y temporal alumbrado por la luz de este sol terreno. Este mundo no es sino imagen. El verdadero mundo es el mundo de las ideas, el mundo que de verdad es.

2 comentarios:

LJ-90 dijo...

Interesante entrada y con gran sentido. Espero leer más de ti pronto. Nos vemos.

Anónimo dijo...

Hola, manuelita, felicitaciones, temas interesantes, esperamos verlos mas seguido,. napoleon1